De ‘Cashback’, apéndice del cortometraje homónimo (aquí empleado íntegramente a modo de prólogo) que le valió a Sean Ellis una nominación al Oscar, se ha dado una imagen errónea que poca relación guarda con su contenido, imagen de la que ya advierte su cartel, por otro lado poseedor de una bella y concisa plasticidad. Lo que se vendió desde ciertos medios como una sucesión de tipas de buen ver haciendo la compra en top-less está muy lejos de la realidad, además de que sus secuencias de desnudos no tienen ninguna intención exploit, sino lírica.
‘Cashback’ es una de las pocas aproximaciones veraces y sinceras que del universo de un ser sensible se cuentan, y parte de la angustia y posterior insomnio que padece un joven estudiante de Bellas Artes a raíz de una ruptura amorosa. De ahí terminará invirtiendo sus noches de vacío trabajando en un supermercado, donde descubrirá la fragilidad del Tiempo, así como su futilidad.
Salvando el preciosismo estético que Ellis emplea al retratar las ensoñaciones del protagonista, no comete riesgos innecesarios como pretender llevar la historia a un nivel superior (esto sería, divagar circular y arrítmicamente), sino que opta por un general tratamiento cómico, que se balancea entre lo sutil y lo chusco. Sorprendentemente su mezcla de tonos funciona, posiblemente por la prudente alternancia entre diálogos poéticos e inesperados apuntes de comedia cafre, que no desentonan dentro del marco romántico de la historia; no puedo dejar de aplaudir el brillante chiste a costa de ‘Heat’, que te coge desprevenido y te desmonta antes de poder asimilarlo.
La poesía (cosa que uno siempre agradece en esto del cine) la encontramos en el punto de vista del protagonista, quien rendido ante la belleza de las féminas aprende a detener el tiempo (licencia), empleando esa habilidad para dibujarlas y disfrutarlas (y ahí entran las secuencias de desnudos). Pese a que su elaborado guión encuentra algún que otro punto muerto, consigue evitar esos peligrosos lugares recurriendo de nuevo al humor, con lo que de paso justifica el cambio de registro, no siempre con la sutilidad adecuada, todo sea dicho. En cualquier caso la propuesta de Ellis puede considerarse valiente dentro de una cinematografía, la británica, muy poco dada al dinamismo (hoy menos que antes). Es evidente, sí, su inspiración estética en el pseudo indie norteamericano, aquél que ya no recurre a la austeridad visual sino al efectismo de manual y que abandonó tiempo ha la reinvención de vías narrativas. Ellis, por otro lado, ha dado con un balance poco menos que ejemplar al encajar su historia (sincera y humilde) dentro de un patrón ajeno, que acaba dominando e incluso consigue ampliar. Y lo mejor de todo es que sus apuntes fantásticos (la manipulación del tiempo) no chirrían, es más, elevan el espíritu introspectivo de la historia.
Donde sí hallamos un problema (menor) es en la resolución del relato, que mediante un remiendo de guión interrumpe súbitamente la fascinación que el cuento ha ido creando hasta ese momento, lo que recuerda de nuevo parte de la deuda que el film mantiene con cierta escuela de productos yanquis; afortunadamente estos son defectos mínimos que de ningún modo perjudican las virtudes de un trabajo que destaca sobretodo por su modestia.
Con todo, supone una rareza en la cinematografía europea actual, que en su búsqueda de la viabilidad comercial ha adoptado los peores tics de la industria norteamericana. ‘Cashback’ sí toma elementos de ésta, pero no se esfuerza en ocultarlo en pos del temible aliento cool. Bravo, que se dice poco y bajito.
Recuerda de algún modo a ‘La Science des Rêves’ por su confrontación entre el universo idílico del protagonista y una realidad poco menos que delirante, además de que el interés se sostiene también sobre el actor principal, aquí un Sean Biggerstaff que se basta con la mirada para invitar al espectador a entrar en su mundo estático de belleza femenina.
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